Capítulo 23
Laura estaba atada de pies y manos, completamente inmovilizada, y cerró los ojos con desesperación.
En ese instante, Víctor se arrastró hasta ella y, no se sabe cómo, encontró una máscara antigas abandonada. Con sus últimas fuerzas, se la colocó a Laura.
—Víctor, así te vas a morir.
El gesto de Laura fue de resistencia, la voz le temblaba y, quizá sin darse cuenta, comenzó a llorar.
Aquella lágrima fue enjugada por los dedos de Víctor, y ella escuchó su leve risa: —Pero así tú podrás vivir.
Muchas veces, los humanos somos criaturas de sentimientos tremendamente complejos.
El amor y el odio pueden coexistir, igual que el rechazo y el deseo no se excluyen.
Como si, después de tantos años, Laura aún no pudiera entender por qué lloraba esa lágrima.
El gas tóxico se extendía por el aire. Víctor pronto quedó tumbado, sin fuerzas ni voz, y Laura, aunque tenía la máscara, también empezó a perder la conciencia. Intentó agitarlo, pidiéndole que aguantara un poco más.
Hasta que, fuera del almacén

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