Capítulo 9
En la otra habitación del hospital.
Mirando el cielo oscurecido fuera de la ventana, Daniel sintió cierta inquietud inexplicable.
Sara percibió enseguida su anormalidad; su mirada se apagó y, con los ojos enrojecidos, fingió estar dolida al hablar.
—Daniel, ¿puedes quedarte conmigo esta noche? Tengo mucho miedo, no me dejes sola, ¿sí?
Mientras hablaba, empezó a sollozar desconsolada, mostrando una expresión de lástima.
Al ver a Sara llorar hasta que sus ojos se hincharon y enrojecieron, Daniel, por instinto, estuvo a punto de acceder a su petición.
Sin embargo, justo cuando iba a responder, de repente le vino a la mente la palidez de Julia y la expresión de sus ojos enrojecidos y contenidamente adoloridos cuando fue secuestrada.
No supo por qué, pero sintió como si de pronto una aguja le pinchara el corazón, causando un dolor punzante.
Hizo mala cara y rechazó la petición de Sara.
—Tranquilízate, Martín ya ha sido arrestado, ya no tienes que preocuparte de que venga a buscarte. Julita

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