Capítulo 11
La devoción de José por Patricia rozaba lo exagerado.
Como guardaespaldas, la acompañaba a todas partes; si Patricia mencionaba que quería dulces de la zona oeste, él se levantaba a las tres de la mañana para comprárselos. Si Patricia se cansaba de caminar de tiendas, él se agachaba y le masajeaba los tobillos, sin importarle las miradas de los demás.
Si Patricia se encaprichaba con la nueva colección de una joyería, él simplemente compraba toda la línea y se la llevaba. Si Patricia decía que le gustaban las estrellas, él le compraba un trozo de cielo y le puso su nombre. Si Patricia decía que cierta persona le caía mal, al día siguiente esa persona desaparecía de su entorno.
Sus amigos decían que estaba perdido, completamente rendido a los pies de Patricia.
Y no les faltaba razón.
Un día, Patricia insistió en que la llevara al campo a ver el atardecer. De regreso, un camión perdió el control y fue directo hacia su carro.
En el último segundo, José giró violentamente el volante, alejan

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