Capítulo 19
Rosa no podía creer en sus palabras.
¿Compensarla?
¿Acaso las heridas que llevaba en los huesos y la sangre podían compensarse así?
Entró en la habitación y cerró la puerta de un portazo. Solo salió cuando José llamó para cenar.
Al abrir la puerta, se quedó sorprendida.
José llevaba puesto un delantal, las mangas remangadas, dejando al descubierto unos antebrazos bien definidos. Sobre la mesa había varios platos, perfectamente presentados, todos sus favoritos.
—¿Todo esto lo has hecho tú? —Alzó una ceja.
—Sí. —Respondió en voz baja. —No quiero que nadie más nos moleste.
Rosa soltó una risa fría: —¿Aprendiste a cocinar por Patricia, verdad?
Los dedos de José se tensaron, y una sombra de dolor cruzó su mirada: —No vuelvas a mencionarla, por favor.
Pero Rosa insistió.
Durante la cena, cada frase era un dardo.
—A Patricia le gustaban mucho los postres, ¿verdad? ¿Le cocinabas a menudo?
—¿Cuando te fuiste a buscarle una flor, pensaste que podrías morir?
—¿Se emocionó hasta las lágrimas cuand

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