Capítulo 10
Casa de subastas privada.
Grandes empresarios y magnates de todos los sectores se reunían allí, y en ese momento todos debatían animadamente sobre las piezas que estaban a punto de subastarse.
Abelardo entró en la sala privada justo en el último minuto antes de que comenzara la subasta, con pasos pesados.
—Abelardo, ¿por qué llegas tan tarde? —Raquel lo tomó rápidamente de la mano y lo obligó a sentarse a su lado.
—Abuela, en la empresa surgió un asunto urgente. —Abelardo se frotó el entrecejo, con un gesto cargado de agotamiento.
Al oír esto, a Raquel se le llenaron los ojos de compasión. —Abelardo, hay cosas en la empresa que pueden encargarse a otros; ahora solo tienes que ocuparte de una cosa, ¡y es que Carmen tenga al bebé!
—Abelardo, mira, la pieza por la que voy a pujar en un momento es esa Medalla de la Virgen del Carmen. Dime, cuando se la regale a tu hijo, ¿no será encantador?
Abelardo bajó la mirada al catálogo de piezas, con una leve sonrisa en los labios. Luego, como si re

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