Capítulo 11
Pablo de verdad me asignaba muchísimo trabajo, y sentía que cada día estaba tan ocupada que parecía un trompo.
Él casi no intervenía en mi labor.
O, mejor dicho, más que comportarse como el heredero de la familia Ruiz, actuaba más bien como si fuera mi subordinado.
Solo había un detalle: siempre me exigía que fuera al hospital a hacerme chequeos médicos, al menos una vez por semana.
Así que, aparte de visitar a mi abuelo materno, hacerme revisiones y encargarme del trabajo, prácticamente no tenía tiempo para hacer nada más.
Sin embargo, precisamente bajo esta carga de trabajo tan grande, pronto fui adaptándome.
Parecía que me había convertido de nuevo en aquella Elena decisiva y contundente.
Pensaba que, después de un tiempo, podría regresar a Estados Unidos y recuperar todo lo que me pertenecía.
El tiempo, cuando una estaba ocupada, siempre pasaba especialmente rápido.
Cuando volví a recibir noticias sobre la familia Castro, ya había pasado un mes.
Un socio comercial, al enterarse de

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