Capítulo 14
La ventanilla del auto descendió, revelando el perfil frío y delgado de Gabriel.
Él ni siquiera la miró directamente, solo pronunció una frase dirigida al guardaespaldas del asiento delantero. —Quítala de mi vista.
El guardaespaldas bajó del auto de inmediato y, sin la menor consideración, apartó a la llorosa y suplicante Raquel lejos del vehículo.
El auto se marchó con elegancia.
En el retrovisor quedaba la imagen de Raquel, desplomada en el suelo, llorando con desesperación.
Gabriel cerró los ojos, en su corazón no había la menor perturbación, solo una extensión árida y helada.
En ese momento, lo único que deseaba era encontrar a Amelia, cualquier otra persona, cualquier otro asunto, no tenía nada que ver con él.
La noche se convirtió en otra forma de tortura.
Comenzó a sufrir de insomnio y necesitaba grandes cantidades de alcohol para poder dormir, aunque fuera apenas.
Y, una vez que lograba dormir, caía en un ciclo interminable de pesadillas.
En sus sueños aparecía la cara pálida y

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