“Si hablas demasiado fuerte, las enfermeras vendrán corriendo…” advirtió Osirio en tono burlón antes de que sus labios envolvieran mi otro pezón.
Lo chupó con fuerza mientras yo me mordía el labio inferior para no gritar de éxtasis. Mis caderas empezaron a moverse contra las suyas en busca de alivio. Mi coño estaba tan húmedo en ese momento que estaba segura de haber empapado mis bragas con mis jugos amorosos.
“Tal vez deberíamos…parar…” sugerí débilmente.
Si las enfermeras o alguien nos sorprendiera, sería terrible. Me moriría de vergüenza. Osirio se rió entre dientes ante mi sugerencia antes de dejar de besar mi pezón y besar la sensible piel entre mis pechos mientras sus manos se deslizaban por mis caderas.
Osirio empujó un poco sus caderas hacia arriba y dejé escapar un grito agudo al sentir su erección presionando contra mi húmeda entrada. La dureza entre sus piernas era evidente y podía sentir la dureza de su polla rozando contra mi húmeda entrada mientras seguía provocándome con