Capítulo 57

Lo miré directamente; mis ojos se encontraron con un par de ojos azules demasiado hermosos. No me estaba tomando el pelo, ¿verdad? Suponía que él realmente no sabía nada. Esos ojos azul pálido, tan inocentes, me devolvieron la mirada. Lo...odiaba… Tras intercambiar miradas durante unos momentos, dejé de hacer contacto visual con él y suspiré ruidosamente. No había el menor progreso... "Margarita, cariño, si no me dices exactamente qué es lo que quieres o necesitas, me temo que no podré ayudarte…", me dijo él finalmente. Sí... estaba en un gran aprieto en esos momentos. No recordaba cuántos años habían pasado desde la última vez que había tenido que pedir permiso para ir al baño y decirle a todos que necesitaba orinar. Me acosté en la cama con aire resignado, mientras me cubría el rostro con las palmas de mis manos. No podía creer que aquello me estuviera sucediendo. ¿Acaso él no iba a dejar de hacerme sentir avergonzada? "Osirio...", dije en voz baja. "¿Sí?", respondió él de inmediato.