Capítulo 127
Comparado con la actitud fría y autoritaria de Augustine, aquel hombre tenía un estilo distinto de imponerse que constituía el ímpetu de un soldado.
Era guapo y elegante, con los párpados ligeramente caídos y ojos rasgados de color guepardo. Tenía rasgos prominentes y una mirada salvaje y asesina. En definitiva, aquel hombre estaba a la altura de Augustine.
Sólo las personas que son iguales pueden llegar a ser buenos amigos y a quererse como hermanos.
Los dos eran tal para cual, y habían nacido para estar en la cima de la Torre Dorada.
Uno era empresario y el otro militar, y ambos los mejores en sus respectivas áreas.
En realidad, Augustine no estaba muy interesado en reunirse con su gran hermano en ese momento, de ahí la expresión sombría.
Sin embargo, ese día era la primera vez que tenía una razón para hacerlo, ya que había una tercera persona que le caía mal y lo hacía enojar.
"No es grave la cosa. Es más, esta vez invito yo", afirmó Augustine arqueando las cejas.
"Si no quieres com

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