Capítulo 569

En el restaurante, Luciana y Mathew se sentaron en una mesa al lado de la ventana. Henry decidió sentarse en otra mesa junto a ellos. Ambas mesas estaban una tras otra y podían verse los rostros con tan solo levantar la cabeza. "Lu, le pediré al camarero que nos prepare una habitación privada. Comamos ahí", le ofreció Mathew, pues ya estaba cansado de ese molesto hombre mestizo. Los seguía dondequiera que iban y siempre se interponía en su camino. "No es necesario. Quedémonos aquí", persuadió la chica, pues no quería darle el gusto a ese hombre. Decidió no escapar. Ella no había hecho nada malo. ¿Por qué tendría que esconderse de él? Después de hacer su pedido, Henry se apoyó sobre su sensual barbilla y se mantuvo mirando a Luciana, quien bebía una taza de té. Se veía tan hermosa como una pintura. Él la miraba con sus azules y profundos ojos, los cuales provocaban una gran atracción. Con ellos, las personas sentían como si estuvieran en un insondable mar, lo cual provocaba una sensació