Capítulo 71
La voz melosa de Carmen hizo que a Alejandro se le erizara la piel.
Ella se abrazó al cuello de Alejandro, colgándose de él y balanceándose de un lado a otro.
Sus ojos cautivadores y seductores miraban fijamente a los de Alejandro, y debajo de su ligeramente despeinado cabello rizado, un rostro hermoso y lastimoso se revelaba.
Alejandro sintió un despertar de deseo. Era una auténtica diablesa, capaz de perturbar su compostura; si hubiera sido otro hombre, seguramente Carmen lo habría conquistado con solo una mirada.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó Alejandro, resignado.
—Solo sígueme y protégeme de cerca. Donde yo vaya, tú vas, siempre detrás de mí. Jejeje... —Carmen sonrió radiante, soltando una risa clara y sonora como campanas.
Su rostro, iluminado por la sonrisa, encarnaba a la perfección la expresión, con labios rojos y dientes blancos. Sus ojos brillantes y dientes blancos eran deslumbrantes.
Alejandro meditó un momento y al final asintió.
Se dio cuenta de que empezaba a resis

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