Capítulo 11
El despacho de Simón permanecía iluminado toda la noche, y en la pantalla del ordenador aparecía el informe más reciente enviado por el detective privado.
Aún no habían encontrado el rastro de Elisa.
Martina se quedó de pie frente a la puerta con un caldo de pollo en las manos, escuchando el suspiro que venía del interior, mientras sus uñas se clavaban profundamente en la palma.
Los sirvientes de la casa murmuraban a sus espaldas, diciendo que el señor Simón en realidad no la tenía en el corazón.
Ella no podía seguir esperando de brazos cruzados.
De vuelta en el dormitorio, sacó del fondo del cajón una prueba de embarazo falsificada.
Iba a usar un hijo para recuperar la atención de Simón.
Martina practicó innumerables veces frente al espejo, hasta asegurarse de que cada mirada se parecía a la de una mujer que estaba por convertirse en madre por primera vez.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, dejó caer la prueba de embarazo frente a Simón como si fuera un descuido.
Simón la mir

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