Capítulo 32

Miré a Solomon con sospecha. ¿Por qué estaba allí? Apareció sin previo aviso y simplemente se paseó de la manera en que lo hizo, lo que me irritó. Sin embargo, su apariencia no tenía sentido. ¿Por qué tendría que hablar? Evidentemente, había estado involucrado de alguna manera en cómo Reece había terminado en el hospital. Por las cosas que escuché mientras estaba sentada con sus padres, había sido Solomon quien les contó a los médicos sobre el ataque rebelde. Pero, al mismo tiempo, si no hubiera sido por Solomon, Reece no habría llegado al hospital y se habría desangrado en algún lugar del bosque. Esa es la parte que me confunde. —Siéntate, hijo —dice mi padre, comportándose con total normalidad con Solomon, un chico al que considera su sobrino. El hijo de su mejor amigo. Un chico al que ha visto crecer desde el día en que nació. Igual que Apolo. Supongo que es el beneficio de ser el mejor amigo del Alfa. —Gracias, tío Donovan —dijo Solomon, dejándose caer en una de las sillas—. Supong