Capítulo 12
El rostro de Clara se ensombreció: —Ese anciano lleva más de un año desaparecido; estas medicinas las preparé yo misma.
Ramón tocó suavemente la frente de Clara: —Qué falta de modales. Si San Héctor se enterara de que lo llamaste "anciano", te castigaría sin piedad.
Clara se notaba aún más molesta: —Ni lo nombres, me fastidia.
—Hija mía, entre padres e hijos no debería haber tantos rencores; lo de aquellos años...
Clara guardó las píldoras restantes en el bolsillo.
—Ramón, me voy.
—Espera. —Ramón la detuvo.
Mañana comienza oficialmente el curso. El año pasado faltaste tanto que, de una forma u otra, tienes que venir al inicio de clases a presentarte.
Y añadió con tono suplicante: —No te pido que asistas a todas las clases, pero al menos haz acto de presencia.
Clara, al partir, dejó caer una sola frase: —Ya veré, según me dé el ánimo.
La noticia de que Clara había salido bajo fianza llegó por fin a oídos de Adolfo.
En su interpretación, que Clara hubiera sido liberada significaba que el

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