Capítulo 29
Si quien conducía al frente hubiera sido Hugo, quizá habría intentado sacar algún tema de conversación para aliviar el ambiente.
En comparación con el carismático Hugo, Carlos, que solo poseía habilidades de combate y un rostro atractivo, seguía siendo socialmente torpe, casi infantil en su trato con los demás.
Amelia intentó varias veces iniciar una conversación con Sergio para acercarse a él, pero todos sus intentos terminaron en fracaso.
Cuando el auto llegó a la Casa de los Jiménez, la lluvia ya había comenzado a amainar.
Amelia bajó del coche con cierta nostalgia: —Señor Sergio, gracias por traerme de regreso.
Él solo respondió con un "descansa temprano" antes de indicarle a Carlos que arrancara.
Cuando regresó a Monte Bella Vista, ya se acercaba la medianoche.
Sergio empujó las dos puertas del dormitorio principal en el tercer piso, y la escena que se presentó ante sus ojos hizo que la sangre se le subiera a la cabeza.
Clara, de figura esbelta, yacía sobre la enorme cama cubierta

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