Capítulo 67
En un momento que no supo precisar, Miguel, que la había seguido, preguntó de pronto: —¿La escena en la joyería la orquestaste tú, verdad?
Clara le lanzó una mirada a Miguel: —¿Por qué dices eso?
Miguel observó el bolígrafo que ella tenía en la mano.
—Vi cómo lanzaste la pluma: precisión, contundencia, técnica depurada, un golpe certero. ¿Esa escuela que aceptaba solo a niños de cinco a ocho años enseñaba también armas arrojadizas?
Clara respondió: —Cuando era chica en el campo, usaba una resortera para disparar pajaritos.
Esa explicación hizo sonreír a Miguel: —Tu infancia debió de ser bastante pintoresca.
—Comparados con la gran ciudad, los pueblos pequeños tienen un aire de vida más auténtico.
Al llegar a la última planta, Clara se quitó el tapabocas por costumbre; al verla por primera vez, Miguel sintió que el corazón se le aceleraba varios latidos.
No imaginó que pudiera existir alguien tan hermosa.
No era de extrañar que Pablo, poco afecto a las mujeres, hubiera querido lanzarse

Klik untuk menyalin tautan
Unduh aplikasi Webfic untuk membuka konten yang lebih menarik
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda