Capítulo 85
Clara se quedó sin palabras. No había hecho absolutamente nada.
El cuerpo de Amelia se debilitó repentinamente y, antes de que pudiera decir una sola palabra, se desplomó al suelo y perdió el conocimiento.
Un aroma dulce y extrañamente embriagador invadió de golpe el sentido del olfato de Clara.
Al mirar hacia la puerta, alcanzó a distinguir fugazmente las siluetas de varios hombres.
Clara comprendió de inmediato: todo había sido una trampa.
Con una mezcla de curiosidad ante lo desconocido y una súbita sensación de vacío, ella también perdió el conocimiento en ese instante.
En la cubierta del crucero, el viento marino agitaba las olas con total libertad.
Faltaba media hora para que la embarcación llegara a una isla desierta.
Según el itinerario establecido, el crucero debía rodear la isla una vez antes de iniciar su trayecto de regreso.
Sergio permanecía en la cubierta, dejando que la brisa marina acariciara su rostro. El dobladillo de su camisa revoloteaba con el viento, y su cabello

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