Capítulo 21

Carmen miraba hacia la puerta mientras hablaba distraídamente con Miguel. ¿Por qué esa maldita de María todavía no había regresado? Las bebidas que había preparado cuidadosamente para ella ya se habían enfriado. Además, Carmen empezaba a sentirse abrumada por Miguel. Justo después de que el otro colega se fue, se volvió un poco descarado. Insultaba abiertamente, acariciaba la mano de Carmen e incluso intentaba abrazarla. Ella se resistía con todas sus fuerzas. Ese Miguel era un típico mediterráneo, con barriga prominente, aire de nuevo rico, y parecía grasiento y repugnante. Carmen empezaba a arrepentirse de haberlo seguido. Maldita sea, ahora estaba sola con Miguel en el reservado. Y él parecía querer devorarla viva. Carmen contuvo la incomodidad que sentía en su interior, esforzándose por mantener una calma superficial. Se giró ligeramente, esquivando hábilmente la mano que Miguel extendía nuevamente, y forzó una sonrisa profesional. —Jefe Miguel, ¿por qué no revisamos primero el con