Capítulo 86
Al día siguiente.
Cuando María despertó por la mañana, Diego ya había preparado el desayuno.
Se acercó y, al ver la mesa repleta de delicias, no pudo evitar sonreír.
—En realidad, no hacía falta que prepararas tanto.
—Quería que probaras de todo. Anda, come. Cuando termines, te llevo a la oficina —respondió Diego.
—No hace falta, yo conduzco. Prefiero que no me vean —contestó María.
—Está bien, pero si pasa algo, me llamas. Ah, esta noche tengo un compromiso —añadió él.
—De acuerdo, lo sé. —asintió María con serenidad, y luego empezó a desayunar con elegancia.
Después de terminar, se dirigió a la empresa.
El diseño de joyería para Beatriz ya estaba casi concluido; ese día debía enviarle el borrador para su aprobación.
Al llegar, María se sumergió de inmediato en su trabajo.
Al mediodía, su teléfono sonó.
Vio un número desconocido y pensó que debía de ser una llamada publicitaria.
Decidió ignorarla.
Sin embargo, el timbre insistió sin cesar, hasta que finalmente atendió.
—María, soy yo.

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