Capítulo 87
—¡Ah! ¡Camila! ¡Nunca más volveré a confiar en ti!
—¡Eres una mentirosa! ¿Cómo puedes corresponder a mi sinceridad de esa manera? ¡Y yo todavía pensaba en protegerte!
Raúl se defendía del hombre frente a él, sin darse cuenta de que alguien detrás de ellos levantaba una barra de hierro y la bajaba con todas su fuerza hacia su cabeza.
En ese momento tan crítico, alguien le sujetó con brusquedad el brazo y lo tiro hacia un lado.
Tropezó y giró la cabeza justo a tiempo para ver cómo la barra rozaba su cabeza al caer.
Y entonces Camila apareció de repente. Al darse la vuelta, su moña alta y oscura, recogida a la perfección, levantó un chorro de gotas de agua. Su larga pierna se alzó con fuerza y lanzó una patada contra el agresor.
El golpe fue tan fuerte que aquel hombre retrocedió asustado cinco o seis metros antes de chocar contra el capó del auto y caer al suelo.
Camila avanzó con fiereza a grandes zancadas, pateó la barra de hierro de su mano y se la lanzó a Raúl.
—¡Tómala, golpéalo!
Ra

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