Capítulo 37
—Presidente Bruno, ya no finjas ser misericordioso. El daño que le hiciste a Ali es algo que no podrás saldar en toda tu vida.
Tras estas palabras, Lucía lo miró con furia y, sin decir más, arrancó el carro y se fue.
Al escuchar esas palabras, Bruno sintió un dolor punzante en el pecho.
Sacó un cigarro de su bolsillo y lo encendió, dando una profunda bocanada.
El humo blanco envolvió su rostro de rasgos marcados, intensificando su ya sombría expresión, mientras su aura se teñía de una melancólica tristeza.
Recordó cómo, hace cuatro años, Marta había intentado suicidarse una y otra vez, obligándolo a mentirle a Alicia y decirle que él estaba de viaje.
Cuando regresó, descubrió que Alicia no podía usar el tenedor.
Le preguntó qué había sucedido, y ella, con una indiferencia inquietante, le dijo que se había cortado con un cristal, que no era nada grave.
Si él hubiese prestado más atención a Alicia, habría descubierto que la situación era mucho más seria.
Pensando en todo

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