Capítulo 97
El día estaba tan caluroso que Pablo se preguntaba si Alicia también deseaba algo frío para beber.
Abrió la puerta del despacho de Alicia con suavidad.
Al entrar, vio que Alicia estaba dormida sobre su escritorio, y Sofía descansaba en su pequeña cama, cubierta con una manta.
Pablo, en silencio, dejó la taza de té en el escritorio de Alicia.
Luego, tomó una chaqueta del perchero y la cubrió sobre ella.
Cuando se acercó a Alicia, de repente percibió un aroma que le recordó algo profundo en su memoria.
Era el olor de su madre, el que anhelaba incluso en sus sueños.
Era una fragancia suave a flores, con un toque dulce.
De repente, se le vino a la mente la imagen de hacía cuatro años, cuando dormía en los brazos de Alicia.
Era un momento tan cálido, tan feliz.
Incluso el aire parecía estar impregnado con el aroma de su madre.
Pensando en todo eso, Pablo sintió sus ojos volverse húmedos.
No pudo evitar susurrar con voz baja: —Mamá.
Anhelaba besar a Alicia, revivir e

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