Capítulo 27
Así era Alejandro cuando amaba a una mujer.
—¡Eh! ¡Participante número ocho, ¿qué haces ahí parada?! ¡Muévete! ¿No ves que la señorita Carmen ya está lista?
María siguió la dirección de todas las miradas. Carmen se había quitado el uniforme de competencia y, vestida con una ajustada camiseta deportiva, descansaba con total comodidad en el sofá cercano.
Tras la máscara, una fría luz se encendió en los ojos de María; los dedos con los que sostenía la empuñadura de la espada se tensaron hasta ponerse blancos.
El chip en su cerebro comenzó a funcionar a toda velocidad, calculando ventajas y riesgos.
¿Revelar su identidad ahora? No, todavía no era el momento.
Aún no se había adaptado por completo al chip, y exponerse antes de tiempo solo provocaría peligro. Un pequeño sacrificio evitaría perder el plan mayor.
En un instante fugaz, tomó una decisión.
Se quitó los guantes de esgrima y se acercó lentamente a Carmen. Puso los dedos sobre su hombro, aplicando la presión justa.
Mientras tanto, el

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