Capítulo 32
La piedra dura salió disparada hacia la zona del corazón de María a gran velocidad.
Las pupilas de María, ocultas bajo la máscara, se contrajeron.
El chip lanzó una alerta frenética: [¡Peligro! ¡Evade!]
La orden fría recorrió cada nervio de su cuerpo, pero una memoria muscular profundamente arraigada la mantuvo inmóvil.
La piedra impactó de lleno contra su pecho.
Incluso a través de la ropa protectora, un dolor agudo se extendió desde el corazón hacia todo su torso.
Al mismo tiempo, en el laboratorio del Centro de Investigación Solarena, los datos en una de las computadoras estallaron en anomalías.
Los profesores frente al monitor empalidecieron.
—¡No es bueno, profesor Carlos! ¡El chip está colapsando!
—¡Debemos traer de inmediato a la profesora María o su vida estará en peligro!
Carlos respiraba con dificultad, la ansiedad desbordándose. Agarró su abrigo y gritó: —¡Voy ahora mismo! Ustedes vigilen los datos. Cualquier cambio, repórtenmelo.
Dicho eso, salió corriendo del laboratorio,

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