Capítulo 90
Alejandro nunca había imaginado que algún día sería él quien quedara sometido bajo el cuerpo de una mujer.
Él le sujetó la cintura y estaba a punto de voltearla para recuperar el control.
De pronto, la toalla cayó de su cuerpo... bajo la luz, una blancura deslumbrante.
En ese instante en que su mirada quedó suspendida, María no pensó absolutamente nada más y descendió sobre él.
¡La garganta de Alejandro se tensó!
Ella realmente iba en serio...
Si hoy no fuera él, si se tratara de cualquier otro hombre, ¿también lo habría aceptado?
Él apretó los dientes y extendió la mano hacia la máscara.
Quería que ella viera con claridad con quién estaba haciendo semejante cosa.
Sin embargo, justo cuando sus dedos rozaron el borde de la máscara, escuchó su orden ronca. —Obedece... concéntrate... no se te permite mostrar la cara.
Hacer algo así con un desconocido era para ella una tortura aún mayor; no ver su cara hacía que esa tortura se debilitara un poco.
Ahora que lo había abandonado todo, solo er

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