Capítulo 63
Oscar se lanzó hacia Ana.
Ana, en un intento desesperado por esquivarlo, palideció de miedo.
Oscar, sin prisa, empezó a jugar al “gato y el ratón” con Ana, riendo con satisfacción.
—Presidenta Ana, no puedes escapar, sería mejor que me obedecieras.
Oscar volvió a lanzarse, y Ana quedó acorralada en un rincón del jardín sin salida.
—¿Sin lugar adonde ir, verdad? Originalmente quería acabar con ese chico y luego amarte. Pero como ese chico es un cobarde que no se atrevió a venir, esta noche disfrutaremos juntos de una velada maravillosa.
Oscar, con una mirada lasciva, se frotaba las manos anticipándose.
Ana, al verlo, sintió náuseas.
En ese momento, lamentaba haber mantenido relaciones sexuales con Vicente; al menos con él no se sentía repugnada y lo disfrutaba.
Pero con el hombre frente a ella, Ana preferiría morir antes que permitirle tocarla.
—Maldita sea, Carmen, ¿qué clase de persona me has enviado?
Ana estaba acorralada y decidió en su corazón que preferiría morir allí antes que se

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