Capítulo 1438
Afortunadamente, en ese momento no hizo falta que le recordara nada. Lucille, que estaba sentada en el asiento trasero, ya se había dado cuenta de que habían llegado a su destino. Inmediatamente extendió la mano para empujar a Joseph con impaciencia. "Ya es suficiente, ¿de acuerdo? ¡Ya llegamos!"
Joseph no estaba del todo dispuesto a soltarla y soltó a Lucille con calma.
Una vez libre, Lucille saltó del abrazo de Joseph en un instante, arregló su ropa ligeramente despeinada y salió del vehículo.
La montaña de Santa María seguía igual que siempre. Nada había cambiado.
Debido a las lluvias, la vegetación circundante se volvió cada vez más exuberante y verde. A primera vista, las pintorescas montañas y ríos eran espectaculares. La iglesia de Santa María, que se encontraba en la cima de la montaña, parecía especialmente majestuosa e inspiraba un respeto inexplicable en todo aquel que la contemplaba.
Lucille entró en la iglesia de Santa María. Cuando mencionó que estaba buscando al anciano

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