Capítulo 61
Dicho eso, Lucille se levantó y se fue. Molly la estuvo mirando hasta que la puerta se cerró y ella se perdió de vista. Entonces Molly, curiosa, echó un vistazo por todo el dormitorio.
Era un ambiente desconocido, pero el costado de su cama estaba cubierto de ardillas de peluche.
Rio con satisfacción. Sostuvo los peluches firmemente en sus brazos y cerró los ojos para dormir.
No le importaba dónde estaba este lugar, ni lo que tenía que hacer. Su vida estaba regida por un solo principio: quedarse con Lucille para siempre, como en aquellos diez años en los que se habían ayudado mutuamente para sobrevivir...
La luz matinal era tenue el día siguiente.
Lucille terminó su entrenamiento matutino y regresó a su habitación para ponerse ropa limpia. Cuando volvió a abrir la puerta, encontró a Molly parada frente a ella con una ardilla de peluche en los brazos. Mostraba una sonrisa radiante y la saludó: "Lucille, buenos días".
"Buenos días".
Lucille la llevó a la planta baja. Dahlia estaba prepa

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