Capítulo 25
Apenas abrió los ojos, Andrea se vio rodeada de gente preocupada.
—Andrea, ¿estás bien? ¿Todavía te sientes mal? ¿Quieres un poco de agua?
—¿Recordaste algo? ¿Te sigue doliendo la cabeza? ¿Quieres que te haga un masaje?
—Todos estamos aquí, todos te queremos mucho. Puedes confiar en nosotros, ¡somos una familia y debemos cuidarnos entre todos!
—Andrea...
Incontables palabras de preocupación llegaban a sus oídos y sentía una calidez en su corazón.
Sin embargo, acababa de recordar todo lo de su vida pasada y ese dolor seguía girando en su pecho, sin disiparse.
No podía aceptar fácilmente su amabilidad.
Andrea respiró hondo y, agotada, se masajeó el entrecejo.
—Papá, mamá, señor Emiliano, señora Claudia, Yolanda, Simón y... Lorenzo, ¿podrían todos salir un momento y dejarme sola? Quisiera estar un rato conmigo misma.
Al escuchar esto, todos guardaron silencio; se miraron entre sí durante unos instantes y luego asintieron.
La miraron con cautela varias veces, como si cuidaran de un tesoro

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