Capítulo 20

Qué lástima que Juan pareciera no comprender esa verdad. Se sumía en el mundo de fantasía que él mismo había construido, ilusionándose con que, a través de los recuerdos, lograría reavivar el amor de Lorena. Sin embargo, pasaba por alto un hecho irrefutable: Lorena no había olvidado, simplemente había dejado todo eso atrás. —Lorena, ¿aún recuerdas el juramento que hicimos bajo el árbol de los duraznos? Aquella vez, en la primavera... —¡Basta! ¡Juan, no lo he olvidado! No sigas arrastrándome una y otra vez a esos recuerdos. ¿De qué sirve que repitas el pasado una y otra vez? Lorena ya no sabía cuántas veces le había expresado su incomodidad. Pero Juan, como si pretendiera lavarle el cerebro, insistía en recordarle aquel amor impoluto que alguna vez los unió. Al verla enfadada, Juan se comportaba como un niño tras una travesura, con los ojos llenos de pánico. —Lorena, lo siento, lo siento... Se disculpaba una y otra vez, como si de ese modo pudiera perdonarlo. Juan sabía que todo era inú