Capítulo 58

—¿Estás bien? Al reaccionar, se levantó por instinto y le ofreció una servilleta. —¡No te me acerques! Natalia, al verla acercarse, se puso de pie nerviosa, con la expresión llena de enojo. —Lamento haber olvidado tus preferencias, pero no fue intencional. ¿Era necesario arruinar mi vestido por eso? "¿Qué?" Lourdes, al verla así, se quedó momentáneamente en blanco. "¿Y eso qué tiene que ver con que me guste o no comer pescado?" —¿De qué estás hablando? No entiendo nada de lo que dices. —No puedo creer que después de tantos años sigas siendo igual de falsa. Gabriela se levantó indignada, lanzando una acusación. Al ver cómo las dos se respaldaban mutuamente, Lourdes por fin comprendió la situación. Todo se trataba de una cena con malas intenciones, una trampa dirigida hacia ella. Sonrió con amargura y dirigió la mirada al hombre que había permanecido en silencio todo el tiempo. —Yo... —No hay necesidad de que digas nada. —Roberto la interrumpió, dio unos pasos hacia adelante y se quitó e