Capítulo 61
Los primeros días, Amelia no hizo nada más que dormir, ducharse y comer. Estaba tan agotada que si quería permanecer despierta más de una o dos horas, no podía. Isabella dormía acurrucada en el borde de su cama con Amelia. El abuelo había construido una gran cabaña de madera en una isla que tenía montañas. Al pie de las montañas había una playa con un lago apacible y un enorme bosque con grandes árboles verdes hasta donde Amelia podía ver. La mejor parte era que el abuelo le había impartido algo de la magia que permitía a Amelia e Isabella vivir como dos entidades separadas. Su razonamiento era que ella no se sintiera sola.
Al cuarto día, Amelia e Isabella despertaron. Mientras se estiraban, Amelia les preguntó: “¿Creen que el abuelo hizo algo para que durmiéramos tanto?”
Isabella frotó su hocico contra la palma de Amelia para acariciarla mientras respondía: “No sé si es posible. Pero me siento diferente. Como si todo estuviera en calma dentro de mí”.
Amelia la acarició y dijo con asom

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