Capítulo 24 Ánimo
El hombre pronunció una palabra con los labios finos, sin mostrar compasión. —Si ya tomaste una decisión, debes tener el coraje de asumir las consecuencias.
Mónica tembló ligeramente, mordió su labio con fuerza: —Tío Sergio tiene razón, por eso no tengo derecho a pedirle perdón a la profesora María.
—En realidad, hoy solo quería venir a visitar a la profesora María, disculparme sinceramente con ella, pero cuando me puse frente a ella, me di cuenta de que no tenía dignidad, no podía mirarla a la cara.
—Lo sé, la profesora María debe estar muy decepcionada de mí, seguro que no me perdonará, no quiere verme.
Mónica habló entre sollozos, levantando la cabeza hacia el cielo oscuro, luchando por no dejar caer las lágrimas.
Sergio la miró, con una voz profunda, y dijo: —¿Cómo estás tan segura de que no te perdonará? Ni siquiera has hecho el intento, ya estás retrocediendo. Una tortuga nunca verá el mundo exterior si siempre se esconde dentro de su caparazón.
Mónica parpadeó, con los ojos hú

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