Capítulo 14
Mientras hablábamos, Carlos divisó una sombra fugaz y sintió un hundimiento en el corazón. Ignorando a sus padres, arrancó la aguja de su brazo y corrió hacia la puerta.
Allí vio mi silueta alejándose.
—¡María!
Me volví y vi a Cristina, alarmada, presionando una servilleta en el dorso de la mano de Carlos, mientras Isabel lo sostenía para impedir que cayera.
Observé en silencio a un ansioso Carlos sin decir una palabra, hasta que noté que su abdomen sangraba.
Mi corazón dio un vuelco y me acerqué rápidamente: —¡Vuelve, la herida se ha abierto!
Extendió su mano hacia mí, como si temiera que me fuera otra vez.
Intenté tranquilizarlo: —Vuelve a acostarte, no me iré.
Al oír esto, Carlos empezó a cojear de regreso a la habitación.
Su padre, frustrado pero aún preocupado, fue a buscar a un médico.
Carlos obedeció y se recostó en la cama, sin dejar de mirarme y sin soltar mi mano.
Permanecí a su lado en silencio, esperando al médico.
Isabel me miraba con rencor, pero debido a la presenc

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