Capítulo 31
—No puedes verlo más.
—No es posible.
José es mi jefe y no verlo más es imposible, dejando de lado el trabajo, también es mi mentor y durante mi regreso a Monteluz me ha ayudado mucho.
—Entonces prométeme que nunca te enamorarás de él, que nunca estarás con él.
Carlos persiste, intentando regatear.
—Trato hecho.
Llevo a Carlos a la puerta de su casa y me giro para abrir la puerta de la mía: —¡Mamá, ya estoy en casa!
No sé cuándo, pero Carlos asoma la cabeza imitando mi saludo: —Mamá...
Me sobresalto, frunzo el ceño y lo empujo; empujo demasiado fuerte y casi se tambalea, así que rápidamente voy a sostenerlo.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Qué tiene de malo que llame a mi madre?
—Piensas que estás en Riberasol, si quieres a tu madre, vete a casa. —Apunto hacia su casa con mi dedo. —Ahora, vuelve a tu casa.
Sus ojos se llenan de lágrimas, como perlas negras cubiertas de rocío: —María, estoy enfermo.
—Pide comida a domicilio.
—No es saludable.
—No te vas a morir.
Empujo a Carlos de regreso a su

Klik untuk menyalin tautan
Unduh aplikasi Webfic untuk membuka konten yang lebih menarik
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda
Nyalakan kamera ponsel untuk memindai, atau salin tautan dan buka di browser seluler Anda