Capítulo 9
—Nos conocemos desde hace tres años, sabes cómo soy, ¿verdad?
José tragó un sorbo de jugo, su nuez de Adán se movió.
Asentí, sorprendida, realmente conocía su carácter.
—Ahora estoy soltero, tengo cinco casas en Monteluz, he abierto una empresa, mis padres están sanos y tienen una mentalidad abierta, no tengo amantes ni ninguna amistad cercana con mujeres.
Hablaba con un tono tan neutro como si estuviera discutiendo un proyecto de inversión, sus estrechos ojos de fénix fijos en mí, su voz fría como el agua de un manantial de montaña.
—¿Estás satisfecha conmigo?
Tosí un par de veces...
La comida que estaba tragando se me atoró en la garganta, una mano esbelta me pasó un vaso de agua desde el otro lado de la mesa.
Después de beber, finalmente procesé lo que José acababa de decir.
Mi rostro se puso rojo de vergüenza.
Sus ojos ligeramente entrecerrados tenían un toque peligroso, y las palabras de rechazo se quedaron en mi boca sin salir.
Resulta que uno realmente puede pretender estar ocup

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