Capítulo 1012
Ana primero dobló la carta y la guardó nuevamente en su bolso.
Acto seguido, contestó el teléfono.
—¿Ya almorzaste? —preguntó Alejandro.
Al escuchar la voz de Alejandro, Ana se distrajo por un instante. Al mirar la hora, se percató de que ya era mediodía, por lo que respondió con un suave "sí".
Alejandro, tras escuchar la respuesta de Ana, guardó silencio por un breve momento.
Después de aproximadamente un minuto, inquirió: —¿La tarea que te asignó don Fernando ha sido complicada?
—No, solo un poco agotadora —respondió Ana, apretando el teléfono, con los ojos ligeramente enrojecidos.
Necesitaba tiempo para pensar en cómo decirle sobre el divorcio.
En este mundo, podría desconfiar de todos, excepto de doña Isabel.
Pero...
—Bien, si necesitas algo, háblame primero —sugirió Alejandro.
Ana asintió con un "está bien".
Luego, Alejandro le anunció que visitaría Casa García por la noche, ya que la abuela había preparado una cena copiosa esperándolos.
Al oír hablar de su abuela, los ojos de Ana

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