Capítulo 1768
Un sábado de cielos despejados.
Ana y Alejandro, junto con su pequeña hija Josefina, formaron un trío familiar para una excursión de montaña.
El buen tiempo reciente era algo raro.
Esta montaña aún no había sido explorada por ellos, por lo tanto, partieron temprano en la mañana y les tomó más de dos horas en auto llegar.
Justo al pie de la montaña, Josefina señaló hacia el borde de un muro no muy lejos.
Era un muro construido por humanos, con varios agujeros y un letrero que advertía que esos agujeros albergaban pequeñas serpientes.
—¡Mamá, hay serpientes en los agujeros!
Exclamó asustada Josefina, con los ojos llenos de curiosidad, esperando ver salir alguna pequeñita.
—Están todas en sus agujeros, ahora debe ser su tiempo de descanso. —Le explicó cariñoso Alejandro.
Había muchas familias llevando a sus hijos a escalar ese sábado, y los niños, curiosos por naturaleza, se asomaban a los agujeros del muro.
Por desgracia, algunos niños eran demasiado traviesos, y sus padres, lejos de rep

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