Capítulo 1832
—¿Acaso no era así?
Bernardo replicó.
¿Lo que ha sido cortado por su propia mano podría ser conectado?
¡No existían médicos milagrosos capaces de hacer tal cosa en este mundo!
Jaime tampoco tenía tal destino.
—¡Eres un ingrato! —Benito estaba furioso, incapaz de encontrar palabras para refutarlo, después de todo, Bernardo había dicho la verdad.
Diversos médicos milagrosos invitados habían dicho que, incluso si alguien más viniera, Jaime definitivamente no se recuperaría y nunca podría volver a ser un hombre normal.
Este incidente, además, no podía ser reportado a la policía, una vez hecha la denuncia, el honor de la familia Castro se perdería por completo, y Jaime ya no podría mostrarse en público.
Aun así, en la ciudad ya circulaban una muy buena cantidad de rumores malsanos.
Habían invitado a tantos médicos milagrosos a su casa, que era imposible que todos guardaran el secreto.
De manera inevitable, la noticia se había esparcido como pólvora.
La reputación de la familia Castro ya era

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