Capítulo 336
Ana miraba a Carlos como si estuviera viendo a un loco.
La naturaleza humana se mostraba en su forma más descarnada, repugnantemente fea.
—¡Carlos, realmente me das asco ahora!
Carlos se quedó de piedra. —Ana... ¿no podemos hablar tranquilamente? He recorrido miles de kilómetros para encontrarte, ¿no es eso prueba suficiente de mi determinación? Reconozco mis errores y de verdad me arrepiento. Siempre se dice que el cambio y el arrepentimiento de una persona son muy valiosos. Querida, por favor, ya no estés más enojada conmigo.
Siempre que la hacía enojar, él se humillaba para pedir perdón.
Ella siempre lo perdonaba.
Pero ahora, descubrió que Ana había cambiado.
Ana lo miraba fríamente y luego, sin decir una palabra, se dirigía hacia la salida de la playa.
Al ver a Ana irse sin más, Carlos abrió mucho los ojos; ¡ella se había ido!
Se puso de pie ansioso y comenzó a seguirla.
—¡No te vayas! ¡Querida, no te vayas!
Escucharlo llamarla “querida” revolvía el estómago d

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