Capítulo 656
Ana siempre habla con franqueza.
Estos conocimientos pueden ser tediosos y, si no se aman genuinamente, resultan crípticos y difíciles de comprender.
No obstante, era evidente que Ignacio mostraba interés.
Incluso aportaba sus propias perspectivas, lo cual sorprendía a Ana.
Durante su conversación sobre algunos amuletos que llevaban, Haila extrajo dos de ellos y dijo: —Pagué una fortuna por estos, aunque no estoy segura de si realmente funcionan. Ignacio no cree mucho en estas cosas, así que yo los conservo.
Ana los tomó para examinarlos, frunciendo el ceño en silencio.
Ignacio percibió algo: —¿Hay algún problema?
—Esto no es un amuleto. —respondió Ana con voz baja y semblante serio.
¿Quién estaría vendiendo estos objetos perjudiciales en secreto?
—¿No es un amuleto? ¿Entonces qué es? —preguntó Ignacio de inmediato.
Haila, sorprendida, exclamó: —¿No es un amuleto? Siempre lo llevo conmigo, excepto cuando me baño. Lo recomendó un experto que un anciano nos presentó, y nos costó trescie

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