Capítulo 830
Si Sofía hubiera prestado más atención, habría notado que Alejandro era diferente a como siempre había sido.
Alejandro estaba inexpresivo, y el frío en su mirada era suficiente para helar el alma.
Finalmente, mientras Sofía secaba sus lágrimas, se percató de que algo no iba bien; su mano se detuvo bruscamente: —Alejandro...
Miró otra vez hacia el asistente Eduardo, que seguía a Alejandro.
Lo que el asistente Eduardo había dicho por teléfono esa tarde, por alguna razón, volvía a resonar en su mente.
Además, la actitud fría de Alejandro hacia ella la dejaba confundida y asustada.
Empezaba a sentir que todo lo que había creído al alcance de su mano, ahora estaba increíblemente lejos.
—¿Hay algo que me estás ocultando? —Preguntó Alejandro.
Su voz, fría como el hielo, era suficiente para hacer temblar, y el rostro de Sofía se puso pálido, sintiendo cómo su corazón se hundía poco a poco.
¿Sería posible...?
No, no podía ser.
Alejandro no podía saber.
Sus encuentros con Narciso siempre

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