Capítulo 938
Rafael observaba a Ana fijamente.
Su mirada era codiciosa, como la de un cazador observando a su presa.
Desde el momento en que la vio en la habitación de Alejandro, no pudo controlar sus impulsos.
Además, sentía un deseo de tener relaciones con la mujer de Alejandro.
Si lograba que la mujer de Alejandro lo traicionara, solo pensarlo le resultaba placentero, y aún más porque Ana era una belleza rara.
Ana se sentía repugnante: —Antes alguien me dijo que las personas con la boca sucia solo dicen cosas sucias. No le creí en su momento, pero ahora sí.
—¡Tú! ¿Te crees muy linda, verdad? —Rafael se enfureció. Nunca antes había sido ridiculizado por una mujer, era la primera vez que le sucedía.
En ese momento, el ascensor llegó.
Ana intentó salir.
Rafael bloqueó su camino.
—¿No me crees capaz de hacerte algo aquí mismo, en el ascensor? —Rafael, en su ira, ya no le importaba el lugar.
Siempre había sido él quien conquistaba a las mujeres, y ahora era la primera vez que un

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