Capítulo 956
La indiferencia de Lourdes alcanzó un extremo absoluto.
Salvador, paralizado, permaneció inmóvil y luego frunció el ceño.
Sofía, percibiendo algo extraño en Salvador, mordisqueó su labio rojo y dijo: —Salvador, ya hemos llegado.
Salvador volvió en sí y ayudó a Sofía a salir del ascensor.
Justo cuando las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, Salvador miró hacia atrás.
Se encontró con la mirada ligeramente sarcástica de Lourdes.
La sensación de pánico se apoderó de él nuevamente.
Habiendo conocido a Lourdes durante tanto tiempo, siempre la consideró una persona aburrida; sin embargo, tenían buena química en la intimidad. Fuera de eso, Lourdes no le despertaba ningún sentimiento, ni bueno ni malo.
Pero la Lourdes de ese momento...
Le hizo rememorar los tiempos que pasaron juntos.
En ese instante, Lourdes parecía odiarlo.
Sofía, notando que Salvador volvía a mirar a Lourdes, expresó su descontento: —¿Te arrepientes de haber terminado con Lourdes? Salvador, si te arrepientes, ¡

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