Capítulo 37
María sonrió: —Eso es genial. Si necesitas ayuda para planificar el viaje, puedes preguntarme en cualquier momento. Soy bastante buena organizando viajes.
Le agradecí con la mirada: —Vale, te buscaré cuando llegue el momento.
En el camino a casa de María, seguimos hablando de muchas cosas.
Descubrí que cuando estoy con ella, siempre logro relajarme y encontrar una sensación de calma que había olvidado hace tiempo.
El día siguiente era sábado y, al levantarme por la mañana, preparé un desayuno abundante.
Preguntó Sergio mientras comía: —Papá, ¿a dónde vamos a jugar hoy?
Sonreí y le acaricié la cabeza: —Vamos al parque, ¿qué te parece?
Los ojos de Sergio se iluminaron: —¡Genial! ¿Puedo llevar mi tablero de dibujo?
—Por supuesto que sí.
Le dije: —Por cierto, María mencionó que sabe pintar; podríamos pedirle que te enseñe algún día.
La mención de María excitó a Sergio: —¿De verdad? María es muy amable.
Una vez en el parque, Sergio sacó su tablero de dibujo sin perder ti

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