Capítulo 67
Las palabras, una vez dichas, parecían agotarse rápidamente. Observaba a Andrea mientras esperaba que María trajera a Diego.
—No me toques, puedo caminar solo.
Diego agitaba desesperadamente la parte superior de su cuerpo, intentando sacudirse la mano que María había colocado sobre su hombro.
—Tu papá te está mirando, ¿quieres decepcionarlo?
María sabía muy bien cómo tratar con los niños.
Y efectivamente, apenas terminó de decirlo, Diego se quedó en silencio.
Permitió que ella lo llevara de la mano.
Cuando los vi acercarse tomados de la mano, esa escena me recordó a una madre con su hijo.
Andrea parecía que iba a explotar de rabia.
—Diego.
Su tono no era ni alto ni bajo, lo justo para que los demás la escucharan con claridad.
Fruncí el ceño al ver a Diego correr hacia ella, aunque en el fondo sentí un leve consuelo.
—Mamá, te extrañé.
Andrea abrazó a Diego mientras echaba miradas furtivas hacia María.
—No toques a mi hijo.
Andrea casi podía jurar que María estaba intentando sembrar di

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