Capítulo 48
No supe nada de Herbert en los siguientes días. Al tercer día, le envié un mensaje de texto un poco preocupada, pero no recibí ninguna respuesta. De seguro estaba tan ocupado que no había tenido tiempo de leer nada.
Decidí distraerme con los arreglos de la casa, y me enfoqué tanto en mi tarea que el tiempo se pasó volando. Sin embargo, cuando la noche caía, y me encontraba sola en mi cama, no podía evitar extrañarlo. Quién sabe, quizás eran las hormonas.
A la mañana siguiente, alguien tocó el timbre y bajé a abrirles la puerta.
—¿Es usted la señorita Bella? Estamos aquí para entregarle las alfombras.
—Sí, entren, por favor —les dirigí a uno de los salones y ellos dejaron su cargamento en el piso—. Déjenme traerles un poco de agua.
—No se preocupe, señora. No necesitamos nada —me dijeron ambos con pena.
—Con este calor que hace, deben tomar algo. Espérenme unos segundos —le insistí mientras me iba a la cocina. Sin embargo, en el camino mi vista se nubló y antes de que pudier

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