Capítulo 24
María suspiró profundamente.
—Diego, desde la primera vez que le pediste a tu papá que te llevara a ver a Carmen, dejaste de ser mi hijo.
—La última vez te lo dije, lo que ahora deberías hacer es reconocer tu error, corregirlo, y crecer de manera adecuada. Todo lo demás relacionado conmigo, ya no tienes por qué pensarlo más.
Diego se limpió las lágrimas de los ojos y extendió los brazos hacia ella, buscando un abrazo.
—Lo sé, mamá, ¿puedes abrazarme una última vez?
María lo miró, pero no extendió los brazos.
—Saber que cometiste un error ya es tarde, Diego.
Al escuchar esas palabras, los ojos de Diego se enrojecieron, pero aún intentó insistir.
—Por favor, mamá, abrázame...
—¡Mamá!
No sabía en qué momento, pero Javier se acercó abrazando a Isabel.
—Mamá, él se ve tan triste, ¿no vas a abrazarlo?
María acarició la cabeza de Isabel y sonrió.
—Si cada persona que cometió un error y te hizo daño, al final llorara y pidiera perdón, ¿lo perdonarías?
Isabel pensó u

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