Capítulo 22
Asentí y me até el delantal de trabajo: —Me llamo Patricia.
Mientras hablaba, observaba disimuladamente la reacción de Diego. Al oír mi nombre, me miró de inmediato, casi por reflejo, y luego sonrió: —Encantado, yo soy Diego.
Tras un día entero de trabajo, confirmé que su trato conmigo era distinto.
Demasiado atento.
Miriam se me acercó y, en voz baja, comentó: —Patricia, este Diego también ha venido atraído por ti, ¿verdad?
Eché un vistazo a su espalda y sonreí sin responder.
Rió: —Con esta cara tuya, no me extraña. Muchos de los que han entrado a trabajar aquí seguro que lo han hecho por tu belleza.
Carraspeé: —Sé seria. Esto es un negocio respetable; no es por mi atractivo, es por tu excelente gestión.
Replicó, marchándose aún sonriendo: —Eres buena adulando, de acuerdo, no digo más.
Aunque Diego no había venido por mi apariencia, seguía mostrándose excesivamente solícito.
Desayuno por la mañana, merienda por la tarde, y cada vez que terminaba mi turno me proponía salir a cenar.
En

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